Primera cruzada
La
Primera Cruzada fue en 1095 por el Papa Urbano II en el concilio de
Clermont con los objetivos de ayudar a los cristianos ortodoxos orientales
y a liberar Jerusalén. Fueron una serie de acciones de guerra con
inspiración religiosa que incluyó la Cruzada de los Pobres y la Cruzada de los
Nobles. Comenzó con una
llamada del Emperador Alejo I al papa para el envío de mercenarios
para luchar contra los turcos Selyúcidas en Anatolia.
La primera cruzada de las 8 contra el islam mediterráneo, fue la única que triunfó. Liberó Jerusalén del
dominio musulmán en una expedición de tres años. Cien mil personas se dirigieron hacia la Ciudad Santa, pero
sólo una de cada diez llegó. Eran los “peregrini” o
“crucesignati” que
respondieron al llamado. El pontífice recibió una petición de ayuda del emperador bizantino Alejo
I Comnenos, que necesitaba mercenarios occidentales para combatir a los turcos
selyúcidas, dueños de Asia Menor tras su victoria sobre los bizantinos
en Manzikert en 1071.
En Clermont, el pontífice
denuncia el dominio del islam sobre los Santos Lugares y exhorta a
los caballeros a abandonar las guerras entre cristianos para empuñar la espada
en nombre de la cruz, garantizando la absolución y la remisión de los pecados a
los caídos en combate. Alejo permite la conquista
de Nicea, capital de Rum, el sultanato turco de Asia Menor, queda bajo
soberanía bizantina.
Gana Bohemundo, obtiene el gobierno de Antioquia en el detrimento del conde de
Tolosa. En vez de marchar hacia Jerusalén, los
jefes cruzados discutieron el botín. Pedro Desiderio comunica que el obispo Ademaro se le había aparecido.
Afirma que el eclesiástico insta a los jefes cruzados a ceder en su egoísmo, a
ayunar y a marchar descalzos en torno a Jerusalén, tras lo cual conquistarán la
ciudad al cabo de nueve días. El asalto comienza a cargo de 12.000 infantes y caballeros del ejército y conquista Jerusalén. Los cruzados eligen al gobernante de Jerusalén Godofredo, cuyo enfrentamiento con Raimundo de Tolosa marcará el final de la cruzada. El
nuevo patriarca de Jerusalén expulsó de la iglesia del Santo Sepulcro a todos
los sacerdotes de ritos orientales.
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